los que se fueron.

 Lloré ríos por su partida. Estuvieron ahi al final, y en el inicio desaparecieron. Su propósito fué alejarme de ese barco del cual yo nunca fuí capitán, sólo un marinero. Cuando desembarqué en una isla desierta en medio de Dios sabe dónde pueda estar; desorientada y sin la más mínima idea de lo que se supone debía hacer ahi, los recordé. Sus palabras, sus gestos, sus caras, su olor. Todos los consejos que me dieron y las historias que me contaron. Las memorias junto a ellos las coloqué en una botella y la lanzé al mar. Quizas algún día alguien la encuentre y descubra que miles y miles de años atrás, habia una persona que nunca dejó de creer en los demás. Aún cuando la dejaron naufragar.

No guardo rencor en mi corazón. Ni resentimiento ni soledad. Yo le había prometido a Elegua, la próxima vez no iba a luchar. Cada quién toma sus decisiones y yo no puedo amarrar al ave que desea volar. Soy una jaula con la puerta abierta, y no la pienso cerrar. No voy a negar que hay decepción e incompresión, dolor y frustración. Pero estoy orgullosa de esta jaula que soy, pues es lo que soy y no es que sea mala, solo soy yo. Las puertas las hacen los demás, yo jamas la cerraré, jamás.

Sé feliz a donde vueles, y no vuelvas por favor; que volverte ver partir me causaria demasiado dolor.

L.        A.          R.            S.

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