Los niños amantes


El niño nació con los dientes dorados,
todos al conocerlo quedaban impresionados.
Pero sus dientes de nada valían,
pues las espinas su cuerpo cubrían.
Su madre lo usaba de alfiletero.
Su viejo lo mostraba para ganar dinero.
El cuerpo del niño se desarrolló,
pero su mente infantil ahí se quedó.

La niña enferma vivía a mil cuadras.
Vivía de pastillas y agua envasada.
Su mejor amigo era un poste de suero,
que a su sangre enferma daba consuelo.
Nadie sabía qué le pasaba,
pero pálida y ojerosa siempre estaba.
La niña enferma nunca creció.
La niña enferma niña quedó.

Por cosas extrañas los niños se conocieron,
y en su encuentro mudo se entendieron.
A ella la enamoró su sonrisa dorada
y él se perdió en sus ojeras moradas.
Pero su pasión mató a la niña,
al abrazarse sus espinas la herían.
De una hemorragia la frágil murió,
y lleno de culpa el más fuerte se suicidó.

Yo sé que ella quiso que fuera así,
quería amarlo, no le importaba sufrir.
Cuando se reencontraron el lo entendió
y toda espina en el desapareció.
Aún se aman silenciosamente,
sus dientes dorados y su piel transparente.
Todos los fenómenos vienen al cielo si tienen buen corazón,
lo sé bien, créanlo, porque el Dios aquí soy yo.

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