La muñeca sonriente estaba llorando. Su relleno daba felicidad a los otros muñecos pero a ella no. Entonces la muñeca empezó a regalar a todos los muñecos descosidos un poco de su relleno. Los muñecos se pasaron la voz y comenzaron a frecuentarla con la esperanza de una donación de su algodón. Ella lloraba mientras ellos solo esperaban su porción de relleno. Ella no se sentía mejor sin él. Fue quedando solo hecha trapos así que dejaron de visitarla. Y de tanto llorar la muñeca pensó en regalar sus ojos. Si no podía ver no tenia a donde ir así que también decidió regalar sus piernas y brazos. Regaló sus ropas, su cabello, su nariz y solo quedó una tela redonda con una sonrisa, pero seguía siendo infeliz.
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