Flotando casi vacía, llevando una pizca de gaseosa, la botella navega en la caudalosa corriente del riachuelo. Tropezando en el camino, va ganando en la carrera. Río abajo la espera, el navegante que la hizo zarpar. Se atraca entre las rocas, su viaje se ha detenido. Entre ramas y el golpe de aquel río, resiste sin poder moverse. Las demás la pasan muy veloces y ella va quedando atrás. Sin esperarlo, un impacto de la última botella en la carrera, la libera de su estancamiento y vuelven a competir. Sin dirección solo resbalan, entre piedras y olas desbaratadas. Giran, saltan, se hunden y flotan, la carrera pronto llegará a su fin. Por poco no fue ultima, pero tarde para el navegante. No importa que no fuera la perdedora, ya no sirve para él. La botella casi vacía, con un poco de gaseosa, flota sin rumbo en la corriente, en un mar, hasta que se pierde.
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