Recé mucho, para que pudieras ser feliz.
Recé porque no confiaba en ti.
Recé pensando que solo un milagro podría borrarme de tu hipocampo.
Recé a tu dios esperando que exista y que te permita olvidarme.
Mi nihilismo no se equivocaba. No habia nada mío en tu cerebro. Solo había egocentrismo en el mío.
La ironía de ser ególatra pero solo cuando se trata de desesperanza y frustración.
Hoy, un cuento que escribí, mañana será un chiste.
Lo único que puede darle felicidad a quienes amé, es que yo no haya llegado nunca a su núcleo estriado.
Lo único que puede darme felicidad a mí, es saber que ya no existo en ninguna parte de su sistema límbico.
Amén.
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